Mente Cuántica: El ciborg que escucha los colores

17 jun 2012

El ciborg que escucha los colores



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Entrevistamos a Neil Harbisson, el joven que se convirtió en ciborg para salir de un mundo en blanco y negro.


Neil Harbisson no sabe lo que es el azul o el rojo, pero percibe más colores que un humano corriente. Aunque una enfermedad le obliga a ver el mundo en blanco y negro, el 'eyeborg' que pende sobre su cabeza le permite captar tonalidades mediante notas musicales. Servimedia ha hablado con Neil, el único ciborg del mundo, para conocer cómo se “escuchan” los colores.
Según la Real Academia Española, un ciborg es una “ser formado por materia viva y dispositivos electrónicos”. Neil se adecua perfectamente a esta definición: Desde el año 2004 usa un 'eyeborg', un sofisticado dispositivo que pende sobre su cabeza y que le ayuda a “escuchar” el color de todo lo que le rodea.

Este músico y artista padece acromatopsia, una “condición visual” que le obliga a ver el mundo en blanco y negro. Nació hace 30 años en Londres, pero creció en Mataró (Barcelona), donde estudió música, danza y arte dramático. A los 16 años inició su formación artística en el Instituto Alexandre Satorras de Mataró, donde trabajaba únicamente con los colores que veía: gris, blanco y negro.
“No sé lo que es el azul o el rojo, no tengo ninguna idea de cómo son”, comenta Neil. Se los imagina “como una energía que se mueve muy rápidamente, pero ya está”.
El color no llegó a su vida hasta el año 2004. La idea surgió tras asistir a una conferencia sobre cibernética en el Dartington College of Arts, en Totnes (Inglaterra). “Cuando terminó, me acerqué a hablar con el ponente, el británico Adam Montandon. Le conté mi situación y le pregunté si pensaba que podíamos crear algo. Así comenzó todo”, afirma Neil.
El 'eyeborg' inicial requería el uso de un ordenador, una webcam y unos auriculares. “Lo empecé a usar como parte de mi cuerpo y, al cabo de unos años, conocí a otro chico que me sugirió que lo podía mejorar, y lo mejoró”, añade.
Posteriormente, buscó en Facebook a alguien que supiera crear chips, y lo encontró. Así, dejó de usar el ordenador y los “cascos”, y empezó a “utilizar el hueso”, que transmite perfectamente los sonidos.
“Ahora estoy hablando con médicos de Barcelona para hacerme un implante osteointegrado: Se trata de perforar el cráneo para insertar en él el chip del ‘eyeborg’, y que los sonidos entren directamente a través de él. De esta manera, diferenciaría mucho mejor los ‘sonidos auditivos’ (los que escuchamos todos) de los ‘sonidos visuales’. Estos últimos entrarían directamente por el cráneo, mientras que los auditivos me llegarían por los oídos. En definitiva, diferenciaría mejor los colores de los sonidos”, prosigue Neil.
CADA NOTA, UN COLOR



Pero, ¿cómo funciona exactamente el 'eyeborg' de Harbisson? “Tiene un sensor que detecta la frecuencia de luz que emiten los colores. Esta frecuencia pasa a un chip, el chip la transforma a su correspondiente nota, y yo la escucho”, nos explica él mismo.
“La frecuencia de luz de un zumo de naranja, por ejemplo, suena a fa sostenido. He memorizado que cuando escucho un fa sostenido es naranja, y así con todos los colores”. La saturación la escucha mediante volúmenes: cuanto más vivo es el color, más alto es el volumen.
Paradójicamente, Neil capta ahora más colores que el ojo humano, ya que el 'eyeborg' detecta también el infrarrojo. “Y ahora estoy empezando con el ultravioleta”, señala. Harbisson percibe ya 360 tonos dentro de un círculo cromático. “El color son tres cosas: Tono, saturación y luz. Percibo 360 tonos pero, colores, muchísimos más”, matiza.
Si mira a una persona, Neil sabe perfectamente cómo es. Suele decir que “cada cara suena diferente”. “Con los ojos cerrados, puedo saber a quién tengo delante por el sonido de sus colores”, nos cuenta.
UNA “CONDICIÓN VISUAL”
Aunque sus ojos solo le permiten ver en blanco y negro, Harbisson no se siente “discapacitado”. Para él, la acromatopsia es, simplemente, otra “condición visual”. “Ver solo en blanco y negro no ha supuesto una dificultad práctica, sino cultural -señala-. El color no es fundamental para sobrevivir. El problema radica en que la sociedad usa de forma constante el color como código, y esto me hace sentir que socialmente se me excluye”.
En este sentido, reconoce que se topa con problemas “casi cada día”: “La sociedad no está acostumbrada a ver a alguien con un aparato electrónico incorporado al cuerpo. Éste que, además, es como una antena que me sale de la cabeza, crea situaciones en las que la gente se incomoda. Hay quienes creen que los estoy grabando; si entro en un supermercado, piensan que soy un espía de la competencia; si estoy en el cine, me acusan de querer grabar la película... El hecho de que el ojo electrónico aparezca en mi pasaporte me ayuda mucho en estos casos”.
Aunque hay quienes se interesan y se acercan a preguntarle por su tercer ojo, otros, simplemente, lo señalan y se ríen. “Cada día, en cualquier ciudad del mundo, siempre es lo mismo. Han pasado ocho años y sigue siendo exactamente igual. Nada ha cambiado”, lamenta Neil.
TRABAJAR CON EL COLOR
Harbisson se decantó por el bachillerato artístico porque en el resto de opciones “el color seguía presente”. Según indica, “el color no está solo en el arte, sino que forma parte de todos los campos”. “En química, por ejemplo, si no los ves puedes tener problemas; en literatura, los poetas usan el color; en geografía, si no los ves, no diferencias los ríos de los caminos al mirar un mapa... Decidí estudiar arte porque, así, entendería mejor qué es lo que no veo. De igual manera que Dios es algo invisible que se puede estudiar con la teología, yo no veo el color, pero sé que puedo leer, estudiar y aprender mucho sin verlo”.
En la actualidad, trabaja con el color en proyectos artísticos (visuales, musicales y escénicos) y estudia la incorporación de tecnología en el cuerpo “para extender sentidos y percepciones”. Lo hace a través de la Fundación Cyborg, que creó recientemente.
Pero Neil no quiere comercializar su 'eyeborg'. “No quiero ganar ni un euro con los ojos electrónicos. Lo que me gustaría es que la gente aprendiera a crear sus propios ‘eyeborgs’ y que se los instalen ellos mismos”, afirma.
Además, apuesta por buscar otras aplicaciones a estos dispositivos: “El uso del ojo electrónico va más allá de la ‘traducción’ de colores, ya que también se podrían escuchar palabras. Una persona ciega, por ejemplo, en un restaurante, podría leer el menú con un ‘eyeborg’. Los ciegos podrían leer todo lo que les rodea con un ojo implantado en el cráneo”.
Neil está convencido de que, en el futuro, “habrá mucha gente interesada en implantarse ojos electrónicos”. “Ahora se ve como algo experimental pero, cuando me haga el implante y se convierta en una solución médica, seguramente se verá como una opción más segura”. ¿Se llenará el mundo de ciborgs?

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